viernes, 19 de junio de 2009

Destruir por destruir, que se maten entre ellos





Costa Rica es un país de tránsito de droga, procedente de Colombia y con destino a Estados Unidos. Cuando uno llega aquí, descubre miles de trucos para pasar la droga. Por un lado está el transporte, que va desde el coche o la furgoneta a vehículos más sofisticados como los helicópteros, las avionetas, lanchas e incluso submarinos. Luego, está la forma de ingeniársela para esconderla, como el típico doble forro de las maletas a sitos insospechados e inimaginables como las pelucas, tablas de tablas de surf o el tejido de la ropa.

Esta vez, por eso, la cosa ha ido más lejos de lo habitual y un cartel mexicano llevaba la cocaína desde Costa Rica al país azteca oculta en los cuerpos de tiburones muertos. Estos hijos de puta (y perdón si mi blog pierde seriedad con este término, pero no se me ocurre otro) han matado a centenares de tiburones para ponerles la cocaína dentro y pasarlo como si fuera una mercancía para comer. Lo chistoso es que en América Latina, el tiburón no se come, pues ¿para dónde iban los cadáveres? Obviamente hacia México, país desde donde se distribuye todo la droga que entra en los Estados.

Si los traficantes de drogas se quieren matar entre ellos, allá ellos, es su problema. Si las bandas juveniles entran en pelas y tiroteos por el tráfico de drogas, me sabrá mal, porque normalmente son gente sin recursos, pero al fin y al cabo es su pelea. Pero ¿qué culpa tiene estos pobres animales en peligro de extinción de qué el hombre consuma cocaína? ¿Qué culpa tiene el tiburón de que la droga esté prohibida y que los traficantes tengan que pasarla de escondidas? El hombre, animal destructor por naturaleza, asesino por instinto, también demuestra que mata por placer, por el placer de llenar sus bolsillos a costa de animales inocentes. Las fotos hablan por sí solas. Les separaron las aletas de los cuerpos, sólo se ven los pobres troncos, la señal de la destrucción humana.
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lunes, 15 de junio de 2009

Paradojas de la vida e incertidumbres del futuro

En Costa Rica, por tradición, hay dos familias queridas y con gran poder político. Una, son los Figuera Ferrer (con esos apellidos uno ya se puede imaginar de donde descienden, ¿no?) y los otros son los Calderón Guardia.

José Figueras Ferrer fue fundador del Partido de Liberación Naciona (PLN)l, teóricamente socialesdemócratas, pero poco queda de eso. Por otro lado, los calderonistas, que pertenecen al Partido Unidad Social Cristiano (PUSC).
Rafael Ángel Calderón Guardia gobernó Costa Rica de 1940 al 1944 y después de cuatro años apartados del trono, se volvió a presentar como presidente en 1948. Ese año, según los figueristas, las elecciones fueron manipuladas, lo que desencadenó una pelea entre los dos posibles candidatos que acabó con la victoria de José Figueras Ferrer, que para que no hubiera ninguna bronca más entre hermanos, anuló el ejército. Asimismo, creó el Tribunal Supremo de Elecciones para que no se pudiera manipular los votos de los ciudadanos.

Pues cosas de la historia, resulta que el médico Calderón Guardia, durante su mandato en los años cuarenta, remodeló y puso en marcha un novedoso sistema de seguridad social, que sigue vigente en la actualidad, que sigue siendo único en toda la región.

Pues cosas de la vida, pero cincuenta años más tarde, en 1990, su hijo, Rafael Ángel Calderón Fournier, asumió el poder del Estado para el PUSC, el mismo partido que su padre. Paradojas de la vida, pero ahora Calderón hijo, está siendo juzgado por un escándalo de corrupción relacionado con la gran obra de su padre, la seguridad social.

En las pasadas elecciones, las del 2006, pasó un hecho histórico. Los casos de corrupción que agitaban al PUSC, a raíz del escándalo Calderón que se destapó en 2004, y el viro hacia posiciones más de derecha que estaba asumiendo el PLN, hizo que un tercer grupo, el Partido de Acción Ciudadana (PAC), antiguos liberacionistas descontentos con el rumbo de su partido, escalara posiciones hasta colocarse, por primera vez, como el segundo partido más votado. De este modo, rompió el bipartidismo que se venía dando en Costa Rica desde 1948.

Situémonos en la actualidad, en la nueva época de precampaña electoral. El
PUSC, totalmente en decadencia, ha optado por volver a presentar como candidato a la presidencia de la República a Rafael Ángel Calderón Fournier. Paradojas de la vida o de la mentalidad costarricense, Calderón, actualmente, es el único que puede hacer que el PUSC, se vuelva a subir al trono del poder. En Costa Rica, como en otros países, se admira y apremia a “los pillos” que han sabido burlar las leyes estatales. Y la verdad, dentro de la clase política costarricense, hay muchos “pillos”, pero pocos con tantos seguidores como Calderón.

Ahora bien, hace un par de meses empezó el juicio contra Calderón y vacios de la Ley Costarricense (y probablemente de muchas otras legislaciones), pero la constitución del país no prohíbe que un preso pueda presidir la nación.

Movámonos en el terreno de las hipótesis. Si Calderón es culpable, ¿hará la campaña electoral desde la cárcel o lo dejaran salir para los mítines? Y qué pasaría si gana las elecciones y al mismo tiempo es culpable ¿mandará desde la Cárcel, dirigirá el país entre rejas o bien buscaría un sucesor que no sería del agrado de los costarricenses? O peor, que pasaría si ganara las elecciones en febrero, tomara posesión en mayo y en los siguientes meses dictaminaran que es culpable. Entonces, ¿podría ir a la cárcel o los presidentes tienen inmunidad? Claro, se supone que tiene inmunidad durante su mandato, ¿pero qué pasa con un presidente al que se empezó a juzgar antes de que ganar las elecciones?

Muchas incógnitas se mueven alrededor de este personaje tan trascendente en la vida pública costarricense. Otra de las paradojas o de las coincidencias de la historia, cuando Arias dejó la presidencia, fue sucedido por Rafael Ángel Calderón Fournier, el que ahora se presenta otra vez para el PUSC con una candidatura envuelta de misterio. Calderón afirmó a la prensa local que, en esta ocasión, espera no encontrarse con las arcas vacías, como cuando las heredó de la administración de Arias de 1986/90. ¿Será que el expresidente no tuvo suficiente con el dinero que se robó de los costarricenses entre 1990 y 1994?
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El presidente que quería hablar

El actual presidente de Costa Rica, el querido Óscar Arias, cuando tiene un problema con la ley, pues cambia la constitución.

Arias ya fue presidente de Costa Rica en 1986/90. La Legislación costarricense prohibía la reelección de un presidente. Así que Arias, el niño que nunca acepta un no por respuesta, decidió cambiar la Ley y presentarse a la reelección. Así lo hizo y desde mayo de 2006 está dirigiendo esta pequeña república católica.
Casi cuatro años más tarde, vuelve a llegar a Costa Rica la locura de les elecciones, que serán el próximo febrero de 2010. Hace dos semanas, Arias hizo enfadar a los de sus mismas filas y retó a los juristas costarricenses, saltándose la ley a su manera.

En las filas del Partido de Liberación Nacional (PLN), el de Arias, se presentaba como posible candidata a la presidencia Laura Chincilla, la niñita de los ojos de Osquitar. El problema, que la sociedad machista costarricense no parecía querer a una dama como posible presidente y las encuestas apuntaban que ganaría Jonny Araya, alcalde del capitolino San José, ganaría la convención en la que el PLN decidiría su candidato a la presidencia.

Así fue, que Arias utilizó su poder persuasivo y de movilización de masas: “espero que el próximo gobierno lo dirija una dama”. Obviamente, los arayistas se subían por las paredes, al mismo tiempo que Chinchilla aumentaba su popularidad en los sondeos.
Pues resulta, que tanto los miembros del mismo partido como los de la oposición, se han querellado contra el actual jefe de Estado, pues según la constitución costarricense los Presidentes de la República no pueden posicionarse políticamente.

¿Cuál ha sido la respuesta de Arias? Pues ya se la pueden imaginar: que si la constitución está mal hecha, pues que se tiene que cambiar. Y es que así es el Presidente de Costa Rica, cuando no le gusta una ley, la cambia y así ya puede actuar libremente o si más no opinar, sin tener en cuenta que eso puede manipular la visión de las personas, que viven ofuscadas en la persona que un día ganó un premio Nobel de la Paz, pero que poco queda de ese personaje.
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Un invierno raro

Costa Rica rompe tópicos de mi niñez. Cuando era pequeña siempre había dibujado las ranas verdes y en este país he visto ranas de todos los colores habidos y por haber, pero ninguna verde. ¿Loros? De dos tipos, rojos y verdes. Y las serpientes amarillas, negras, naranjas, azules y de todos los matices que a uno le pasen por la cabeza. Las vacas y los toros son blancos y tiene como una joroba tanto en su espalda como en su cuello, que cae hacia el suelo, recordando el imperativo de la fuerza de la gravedad.

Desde el pasado mes de mayo entró el invierno en Costa Rica. Aquí todo es diferente. ¿Cómo puede ser que en invierno haga más calor que en verano? Pues bien, para ellos la diferencia entre verano e invierno, es que en esta última estación llueve más. Para que os hagáis a la idea, en invierno hace más calor, por lo que se evaporiza más agua. Agua, que por la tarde el cielo descarga con tanta fuerza que parece que el mundo se vaya a caer encima. Y por la noche, pues refresca, y se agradece, pues el calor de la mañana te deja el cuerpo pegajoso.

¡Qué pena! Pues, aquí las hojas no caen en otoño y no existe la primavera de los enamorados. Aquí, los tópicos de infancia de una niña del Mediterráneo se rompen. Por suerte, las diferencias se sanan con el calorcito de la mañana y el solecito de cada día acariciando mi carita.
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