martes, 7 de julio de 2009

El Ingenio del genio



En mi otro post hablaba de la pesca ilegal en la Isla del Coco. Los guardaparques han sabido ingeniárselas para aprovechar el material decomisado y con las boyas han construido un puente para cruzar el río Genio y con las líneas de pescar una hamaca. Aquí os dejo con un foto del hermoso y creativo puente.
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Por amor al arte

Una de las grandes amenazas de la Isla del Coco es la pesca ilegal, pues al ser un parque nacional no se puede pescar en las doce millas de mar alrededor de ella (unos 20 kilómetros). Sin embargo, los pescadores hacen caso omiso a las leyes y van a la Isla porqué es abundante en recursos marinos, pues hay una cantidad de tiburones y atún.

El problema principal es que el gobierno de Costa Rica no hace nada para evitarlo. En la Isla trabajan unos 18 guardaparques y cuatro guardacostas. Sin embargo, nunca están están todos a la misma vez, van por turnos. Los guardaparques dependen del Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y los guardacostas del Ministerio de Seguridad. Pues la semana que estuve en la Isla del Coco, pude constatar que se fueron cuatro guardacostas y no llegaron refuerzos. Al mismo tiempo, sólo quedaron 6 guardaparques para vigilar toda la Isla. ¿Cómo pueden seis personas y dos lanchas hacer frente a las más de 20 embarcaciones de pescadores?

Keylor Morales, uno de los guardaparques, me explicó que todas las embarcaciones que realizan pesca ilegal en la Isla del Coco, reciben subvenciones estatales. Morales me dijo “el Estado es el primer exportador de pescado de Centroamérica, al mismo tiempo que ingresa mucho dinero de los parques nacionales. Entonces que hacen, que nos pelemos entre nosotros”.

El problema es que los que tiene el as de perder son los funcionarios de la Isla del Coco, pues sus embarcaciones no tienen nada que hacer con la de los pescadores, ni tampoco sus armas, que parecen de juguete, al lado de unos pescadores que empiezan a recibir la presión del narcotráfico. ¿Por qué, de donde creen ustedes que han sacado los tiburones a los que rellenaban de cocaína con destino a México?
Todos los funcionarios se quejan de que reciben amenazas de muerte por parte de los pescadores, además todas sus familias también han sido amenazadas. Cuentan, que la situación cada vez es más violenta y que los pescadores les tiran las embarcaciones encima las lanchas de los guardaparques, o les impiden el paso para que no puedan hacer nada para evitar la pesca ilegal.

Otro de los problemas es la falta de recursos y la levedad de las leyes costarricenses. Por ejemplo, un guardaparques o un funcionario no pueden decomisar un barco, si no lo pillan con las manos en la masa. El problema es que cuando los pescadores se dan cuenta de que se acerca una embarcación de los funcionarios, cortan las líneas de pesca y así no pueden atraparlos.
Para Morales, una de las soluciones es que multaran a las embarcaciones que se encuentran dentro del área protegida de la Isla del Coco, es decir, en sus doce millas de mar. Esto haría que no entraran en ella.

Hasta aquí, todo puede parecer una denuncia formal de lo que es trabajar en la Isla, pero el trabajo de esta gente es por amor al arte, como dicen ellos, por amor a la Isla, pues el gobierno no pone ningún tipo de ayuda a los funcionarios.
Desde el pasado mes de enero, no funciona el teléfono y no se han preocupado de arreglarlo, por lo que esta gente vive incomunicada. Sólo tienen Internet ( que funciona de uvas a peras) , un medio de comunicación que no es inmediato. Morales dijo que le preocupaba que algún día le pasara algo a un familiar o se muriera y no se pudiera enterar hasta unos días más tardes, a través de Internet.

Aquí viene otro de los dramas, el gobierno no pone ningún tipo de embarcación para el traslado de los guardaparques o guardacostas a tierra continental. Así que los funcionarios viajan en los barcos turísticos. Eso quiere decir que en un caso de emergencia, los funcionarios no pueden abandonar el parque hasta que salga el barco. Eso quiere decir, que si se muere un familiar tiene que permanecer en la Isla hasta que el barco de los turistas zarpa. Pero, también quiere decir que si un funcionario padece alguna enfermedad o se rompe un hueso, también tiene que permanecer en la Isla hasta que salga el barco.

Por no hablar de que en la Isla no hay ningún tipo de asistencia médica. Todos los guardaparques saben de primeros auxilios, pero estos sólo sirven para estabilizar a una persona durante un tiempo limitado hasta que pueda ser atendida en un hospital. El problema, es que en la Isla, en el mejor de los casos, el paciente no recibirá asistencia médica hasta las próximas 38 horas (tiempo en el que dura el viaje).

Uno de los casos más estremecedores, sucedió en 1997, cuando el que entonces era el administrador de la Isla, Joaquín Alvarado, murió en ella, sin ningún tipo de asistencia médica. Alvarado era diabético, y le dio un ataque de diabetes. Entonces, los guardaparques avisaron al gobierno, que prometió que en dos horas llegaría un avión con la insulina. El avión nunca llegó y al cabo de ocho horas Joaquín murió en los brazos de su hermano Eduardo, también guardaparques del Coco. Lo más dramático es que tuvieron que sacar el cuerpo en el congelador de uno de los barcos turísticos, porqué el ejecutivo costarricense no aportó ningún tipo de transporte por el traslado de su funcionario, el que arriesga su vida cada día peleando con los pescadores. Doce años después, la situación sigue igual sin ninguna ayuda ni asistencia médica.

Hablando con los cuidadores de la Isla, sus auténticos héroes, todos coincidieron en decir que están ahí por el mal de la Isla, que cuando uno bebe de ella, se queda atrapado y ya no puede abandonarla.
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De corazón pirata

Que es mi barco mi tesoro
Que es mi Dios la libertad
Mí ley la fuerza y el viento
y mi única patria la mar.

José de Espronceda

El camino al paraíso tiene su purgación, en el caso de la Isla del Coco son 38 horas en barco, que me provocaron dos vómitos y malestar corporal. Sin embargo, al segundo día de viaje (el que me pase todo día navegando), me desperté como nueva. Entonces, tras más de catorce horas de sueño a mis espaldas, subí a la proa del barco y tuve la experiencia estética más bonita de mi vida. Envuelta por la mar. No había tierra en ningún lado, sólo mar y el sol, las nubes, los delfines y los peces voladores. Entendí a los piratas y el poema de Espronceda, me dejé cautivar por la belleza de la mar.


Por la noche, me levanté y volví a repetir esta experiencia. Subí a la proa. Entonces conocí a la nada, el cielo y la mar se confundían en el mismo color negro, no había diferencia entre uno y el otro. Sólo el vacio, como dirían los románticos del siglo XIX, experimenté en mis carnes lo sublime de la naturaleza, de lo sublime a lo bello. Mi sorpresa fue, cuando empezó a esclarecer y me di cuenta que, en medio de la nada, de lo sublime, enfrente mío estaba la Isla del Coco. Parecía un cuadro de Turner, donde el negro tenebroso dejaba entrever la figura de un islote aún más negro, una mar oscura, en la que los peces parecían rayos de luz sobre la nada de la mar, un misterio que oculta una vida. La poesía de la noche resumida en una imagen que nunca más se borrará de mi cabeza.

Entonces, de día me sumergí en la Isla del Coco, entendí el panteísmo de Hölderlin, la grandeza de la naturaleza, su poder regenerador. La Isla del Coco es un misterio de la naturaleza. Su verdor es incomprensible en medio de la nada del mar. Normalmente, un ecosistema como el de la Isla del Coco se da cerca del continente, no a 553 kilómetros de tierra continental. Además, tiene una infinidad de agua dulce, que es la que produce que tenga una rica biodiversidad, de las cuales el más del 10% de la especies son endémicas, es decir, que son propias de la Isla, que sólo existen en ella, no se encuentran en ningún otro lugar.



Un misterio de la naturaleza que cautiva la mirada de cualquier espectador. Sin embargo, la experiencia final, la más emocionante y sorprendente, fue cuando me puse las gafas de snorkel y miré bajo la mar. En ese momento, se me abrió una ventana a un mundo nuevo, que sólo había percibido en fotografías y en la televisión. Miles de peces de colores, morenas, angelitos, hasta un pequeño tiburón.

Cuando acabé el viaje, me di cuenta, que difícilmente volvería a ver tanta belleza de la naturaleza junta. Y comprendí a los piratas, que años atrás pisaron la Isla del Coco, que hace 300 años ocultaron sus tesoros, sus riquezas en la misma Isla, que ahora pisan mis pies. Enterraron sus tesoros, en un tesoro de la naturaleza. Entonces, me di cuenta, que como los piratas, lo que quiero en esta vida es descubrir, viajar por todos los tesoros que nuestro planeta esconde, vangabundear por los secretos más lindos de nuestra madre naturaleza.

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