jueves, 2 de junio de 2011

De Ecuador a las plazas de España

Pocos de los que estos días están sentados en diferentes plazas de España reclamando sus derechos, saben o conocen sobre "Los forajidos", que hace más de cinco años revolucionaron a Ecuador.

En 1999 una crisis financiera azotó Ecuador, entonces ¿qué hizo el gobierno? Pues en igual que España rescató a los bancos, se endeudó y vinieron los recortes sociales.
A raíz de esa crisis, casi tres millones de ecuatorianos se vieron obligados a emigrar para buscar trabajo y una vida mejor, mientras que desde que empezó la crisis española, en 2008 y hasta el 2010, más de 200.000 jóvenes se marcharon de España en busca de un empleo.

En el 2002, el ex coronel Lucío Gutiérrez subió al poder con un discurso social y de izquierdas, pero cuando llegó a la Presidencia empezó hacer medidas de derechas. Como nuestro PSOE que en el momento de la crisis no le tembló el pulso para subir los impuestos, recortar el sueldo de los funcionarios, congelar las pensiones de nuestros ancianos o, lo que es peor, rescatar a los bancos sin dar soluciones a las personas empobrecidas que no pueden pagar las hipotecas.

En 2005, Ecuador estalló. Durante más de un mes, cada día había marchas, manifestaciones y "cazeroladas". El lema era claro, "Que se vayan todos" (los políticos), nadie quería saber nada de la clase dirigente del país y menos del Congreso Nacional, la institución más desvalorizada del país. El lema de los acampados es España es Ni PSOE ni PP (los dos partidos grandes que se van alternando el gobierno del país) o "Que no, que no, que no nos representan (los políticos en general)".

Al final esa población consiguió destituir a Gutiérrez, que se fue a Brasil. En las siguientes elecciones no ganó un político ni nadie con tradición política, sino un economista y en el 2008 aprobaron una nueva Constitución.

El desenlace de España está aún por escribir, pero, independientemente cuál fue el final de Ecuador, que seguro que fue muy diferente del que está por venir en España, pienso que en ambas historias hay un trasfondo común: la gente ha dicho basta ya a estas democracias capitalistas, que tienen más en cuenta a los productos y al dinero, que a las personas; la gente ha dicho basta ya a una democracia alejada de la realidad de los ciudadanos; la gente ha dicho sí a una democracia más participativa, en la que se tenga en cuenta la opinión de las personas; más equitativa, donde las personan valgan más que los bienes del mercado; y más justa, donde las leyes de los ciudadanos estén por encima de las leyes financieras.

Y mientras esta lucha sigue, la gente le dice a sus dirigentes: Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir.
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